Una Sonrisa
La contorsión de su cuerpo al sonar de una música, que de por sí no importaba, y la penetrante mirada de sus ojos, parecía entrar directamente en lo más profundo de su ser; de pronto, se sentía como hacía mucho tiempo no se sentía: vivo. Horas más tarde, emocionado hasta la saciedad, y con la complicidad de sus fieles amigos, se alimentaba aún más en su interior aquél sentimiento de dicha con el que se empezaba a acostumbrar. Siete días después, allí estaba de nuevo. Sentado en el mismo lugar que la vez anterior, observando lo mismo, sintiéndose vivo otra vez.
Ella bailaba, y desde de su desnudez lo observaba. Le había llamado la atención que un joven como él, de los que sólo van una o dos veces para apaciguar la pubertad, estuviera de nuevo sentado en la misma silla. En la tercera o cuarta oportunidad ella le habló, él le contesto, y le sorprendió aún mas que fuera un tipo muy educado y formal. Y así pasaron los fines de semana, y así aumentaron las emociones y fluyeron las palabras. Y los Sentimientos.
Ella, cada vez mas sorprendida y por ende mas atraída, soñaba de vez en cuando con ser la novia de un tipo como ese, educado, respetuoso, amable…Quién decía que no? Ella era inteligente, podría estudiar y salir adelante.
Para él era muy claro: todo era parte de un momento de éxtasis que le hacía sentir maravillosamente feliz, nuevo…tranquilo. Él la saludaba con cariño cada fin de semana, la veía bailar y hablaban largo rato de todo y de nada, de la vida, del amor, de la muerte, de la amistad, de los sueños y de las desilusiones. Por su manera de hablar, él sabia que ella venía de una buena familia, que había recibido alguna educación (Probablemente hasta algunos semestres de universidad) y que ganaba bastante bien, por lo que podía darse varios lujos. Así ella se alegraba de sobremanera cuando le veía. Y cada vez su ilusión era mayor. Nunca hubo un beso, nunca llegaron a salir.
Un día cuando ella se paseaba en búsqueda de un nuevo capricho que le hiciera olvidar de donde había sacado el dinero, lo vio tomado de la mano con la novia que siempre supo que existió pero que ella nunca quiso reconocer. Su corazón (que hacía mucho no sentía) le recordaba lo dolorosa que puede llegar a ser la decepción.
Al fin de semana siguiente, de nuevo ella bailando, y de nuevo él sentado en el lugar de siempre. Se saludaron y comprendieron que ella seguiría soñando con tener un tipo como ese, por qué no? y que él seguiría teniendo su momento de calma. Ninguno de los dos logró tener en su vida normal, ni la calma, ni el amor. Por eso cada fin de semana, cuando él se sentaba en la misa silla, y ella bailaba el mismo baile, por un momento, cuando se miraban y se sonreían, su vida era feliz.