jueves, mayo 12, 2005

Lo que era el Fútbol

El Fútbol solía ser una fiesta, una fiesta en donde millones de almas acudían a un recinto casi sagrado a presenciar una batalla entre guerreros de alta estirpe que combatían por la gloria de anotar un gol. Haciendo gala de sus mas espectaculares habilidades tales guerreros lograban enardecer de alegría a sus seguidores que desde el costado del campo de batalla, gritaban y alentaban a su equipo. Era una fiesta, una celebración, un espectáculo. Hoy el campo de batalla ya no es una metáfora sino una realidad; y lo peor de todo es que ya no está en la grama sino en las tribunas. La pasión de ir al estadio dejó de ser motivada por el juego en sí, ahora las tribunas se han convertido en una olla, en un pretexto para consumir toda clase de drogas y de licores (eso sí, de los mas baratos) y para darse golpes y puñaladas. Las "barras" bravas se han vuelto un foco de delincuencia, en un símbolo antideportivo, en todo lo que no debería ser el fútbol, ni ningún deporte. Vivo cerca del estadio El Campín de Bogotá, y cada día en el que hay fecha del rentado colombiano siento desidia y fastidio de salir a los alrededores de mi casa. Me encuentro con supuestos "hinchas", convertidos en limosneros en cada uno de los semaforos; me encuentro con vándalos grafiteando cuanta pared se les atraviesa, me encuentro que es el único día en que el supermercado del barrio tiene celadores con perros. Así mismo, en las diferentes licoreras se agrupan en manada todos estos personajes con mirada de psicopata a la espera de poder encender a golpes a algún pobre desdichado que por descuido osó mirarlos a los ojos. En las fotos del periodico de hoy en donde muestran las imágenes de los disturbios del día de ayer en lateral sur del Campín, se ven las caras de asesinos de los animales que estan apuñaleando y golpeando al integrante de la guardia que murió.
La muerte de una persona no debe hacer parte del juego de una manada de cerdos que quieren demostrar su "poder" escudándose en fortaleza que les genera estar en grupo, y con el pretexto dizque de ser hinchas de una Barra Brava. La responsabilidad mayor de esta tragedia, y de las otras que han sucedido, es de estos desadaptados. Pero vale la pena preguntarnos: ¿Dónde mierdas estaba la policia? y cómo entran armas, drogas y licores en grandes cantidades al estadio?. Ahí les dejo la reflexión.
A los verdaderos hinchas nos queda la difícil tarea de devolverle el respeto al fútbol, y volver a convertir al Estadio en un recinto sagrado y sobre todo deportivo.