sábado, octubre 18, 2008

El placer de no ser Juan Carlos Rodríguez

A continuación publico mi respuesta al artículo del señor Juan Carlos Rodríguez publicado en la revista Soho (http://www.soho.com.co/wf_InfoArticulo.aspx?idArt=2133#comentarios)


Señor Juan Carlos Rodríguez

Empecemos por decir que no soy objetivo, empecemos por decir que tal como usted es, soy totalmente subjetivo. Vi su columna y traté de identificar primero la sección: “Placeres” dice el encabezado. Está bien, placeres… Seguí leyendo, y por el tono (más no por el contenido), supuse que se trataba de uno de los artículos de la Soho como el del Odio a los costeños, o los paisas, diatriba contra el Pibe, contra los periodistas deportivos o contra el mundo y me imaginé que iba a tener algo de cómico. Debo confesarle que habiendo sido scout durante 10 años esperaba un poco más. Tenía expectativas, se lo juro, creí que podría llegar a reírme, o por lo menos a sentirme ligeramente identificado con algo, algo, lo que fuera de lo que usted escribió. Pero no.

De hecho, sí, si me sentí identificado con algo de lo que usted escribió: “Yo simplemente me siento aliviado de no tener que encarar miradas inquisitivas y risillas burlonas cuando hablo de mis pasatiempos.” Yo tampoco señor Juan Carlos, ni ninguno de mis compañeros scouts. Si usted ha escuchado risillas burlonas hablando del escultismo, entonces creo que definitivamente la pantaloneta, el sombrero y la pañoleta le quedan a usted muy bien. Entre otras cosas, porque ni como adulto ni como niño nunca use sombrero en los scout, y la pantaloneta me la ponía para jugar fútbol. ¡NO! No puede ser ¿los scouts también juegan fútbol? ¿Entonces a qué horas aprenden a hacer 100 clases de nudos? Es uno de esos misterios del universo que no le voy a revelar señor Juan Carlos. Pero se la voy a poner aún peor, le cuento que en el escultismo a lo sumo aprendí a hacer 10 nudos, básicamente los que podrían salvarle la vida a una persona (en una inundación por ejemplo, cosas que nunca pasan señor Juan Carlos, no se preocupe) ah, y que básicamente son los mismos que usan los escaladores y los alpinistas. A ellos también hay que escribirles una columna que diga “El placer de no ser escalador o alpinista”.

Jamás señor Juan Carlos, tuve que decirle a un levante que mañana tenía que levantarme a “adiestrar” a los nuevos integrantes de la manada en el arte de hacer nudos. Ellos ya vienen “adiestrados” de sus casas, aunque usted no lo crea, lo de manada es en sentido figurativo, en realidad son niños educados –no animales-, a quienes no hay necesidad de adiestrar, y mucho menos para hacer nudos. Pero volviendo al tema de los levantes, déjeme contarle una infidencia señor Juan Carlos, desde que me retiré de los scouts, cada vez que voy a acampar (y como todo el mundo sabe que fui scout) a que no se imagina quien es el que queda como un galán cuando el resto de tarados (no digo que se parezcan a usted señor Juan Carlos, para nada) no son capaces ni siquiera de armar una carpa Fisher Price ni de prender una fogata aún sacándole toda la gasolina al carro. Y eso que no le cuento la cantidad de mujeres hermosas y sobretodo inteligentes, verracas y buena onda que hay en los campamentos regionales y nacionales, y ni hablar de los mundiales. Es que desde la reja del Simón Bolívar no se alcanzaban a ver señor Juan Carlos, pero le aseguro que son muchas. Si lo hubieran dejado pasar, las hubiera visto.

Tampoco señor Juan Carlos, en mi experiencia como scout, pasé debajo de un alambre de púas, si esto era una exageración cómica, perdón, pero no le encuentro lo divertido ¿Le parecería gracioso ver a un niño de 10 años arrastrándose debajo de un alambre de púas? Si es así, creo que le tengo el trabajo perfecto: como recreacionista de la guerrilla o de los paras, a ellos son a los únicos que les da risa ese tipo de cosas.

Finalmente señor Juan Carlos, nunca madrugué un domingo para una reunión en los scout, las de mi grupo eran los sábados de 2 a 6 de la tarde, y en la mayoría de los casos al terminar, nos íbamos a alguna fiesta, dónde le aclaro no hacíamos nudos, ni discutíamos de nudos, ni adiestrábamos a nadie para hacer nudos (es importante aclararlo porque creo que usted tiene una aberración con los nudos). La única vez que madrugué un domingo fue para ir a ayudar en Corferias a clasificar, cargar y despachar la ayuda a los damnificados del terremoto del eje cafetero. Los que en ese momento eran mis compañeros mayores, los Rover (ninguno de ellos ni en pantaloneta, ni con sombrero, le recuerdo) salieron para las zonas afectadas como apoyo a la Cruz Roja y a la Defensa Civil en labores de recuperación de cuerpos y reubicación de familias ¿Sabe porqué señor Juan Carlos? Porque tenían cocimientos en adecuación de campamentos, en primeros auxilios y en técnicas de supervivencia (está bien, y para que no se sienta triste, también porque sabían hacer nudos) ¿Sabe usted que son los scouts uno de los grupos con mayor de influencia ambiental positiva en la niñez y la juventud? (¿Ha escuchado hablar del calentamiento global o eso también le parece una pendejada?) ¿Sabe usted que periódicamente los scout hacen jornadas sociales con indigentes? ¿Sabe usted que en Bogotá hay cada año un campamento para jóvenes de las zonas marginales, muchos de ellos expandilleros y exdrogadictos, quienes conviven por una semana con otros jóvenes (scouts), muchos de ellos estudiantes de los colegios más caros de Bogotá? ¿No le parece una lección de vida y de integración social, que digo yo, podría ser útil en un país como Colombia? Siempre listos para qué pregunta usted. Sí señor Juan Carlos, para hacer fogatas con palitos de helados. Siempre listos para pendejear, como usted dice. ¿Y usted nos pide que abramos los ojos?

No sé cómo llegó usted a escribir este artículo, probablemente lo llamó alguien de la revista Soho y le dijo: -Señor Juan Carlos, tiene usted que entregarnos el artículo de este mes mañana- Entonces usted habrá pensado, ¡ah mierda! Se me olvido el artículo. Y entonces habrá usted escrito en una servilleta algo que pensó sería chistoso. Cuando terminé de leer su artículo me sentí igual que cuando veo que en las películas gringas muestran a Bogotá como un caserío en la mitad de la selva con tres chozas y una pista de aterrizaje destapada. Pero bueno, como dice Efraim Medina, escribir es otra forma de cagar y masturbarse, y me imagino que después de botar su colección de revistas porno, no le quedó otra que escribir. Fíjese que los scout también podemos escribir, pero fresco, cuando esté aburrido, también le puedo enseñar a hacer nudos.

Cordialmente,
Samuel David García
Suscriptor de la revista Soho
Profesional en Finanzas y Comercio Exterior, Especialista en Gestión Financiera y Magister en Finanzas Corporativas (También somos buenos profesionales señor Juan Carlos). Ah, y por siempre, scout de corazón.